Anekke Amazonia

La aventura comenzaba rozándole la piel. Haciéndola cosquillas por la espalda y regalándola un abanico de sensaciones que pronto despertarían sus sentidos.

Nada más llegar supo que debía vaciar la mirada, desnudar sus pensamientos y vivir la aventura como lo que ella es: un simple ser vivo más. Latir con sus colores, rugir con sus sonidos, abrazar su belleza salvaje y fluir con su río.

Así empezaba todo, conectando a través del agua. Pronto se dio cuenta de que la inmensidad de su belleza reside en todos sus misterios, en el inmenso engranaje que ocultaba la selva, en su libertad infinita y su voz guiándote a través de la naturaleza.

· La pachamama · Anekke Amazonia

Ese era el poder de su diosa: la Pachamama. Contaban de ella que era capaz de acelerarte la respiración con sus paisajes, hacerte vibrar con sus flores, deslumbrarte con sus colores e hipnotizarte con sus sonidos. Decían que estaba presente en cada elemento de la naturaleza, haciéndote sentir más viva que nunca.

Le hacía sentir como una mariposa aleteando sobre una flor delicada. Ella (aún) no sabe que la belleza es efímera, pero sí que sus actos generarán un impacto eterno.

Te hacía escuchar la sabiduría de los árboles centenarios, la música que genera el aire moviendo sus hojas, el aleteo de los pájaros al posarse sobre sus ramas y la velocidad del agua.

Le hacía descubrir cientos de colores, paletas de verdes, amarillos y rojos que te devuelven durante un instante a ese momento de la vida en la que miras todo con la inocencia de la primera vez.

La hizo sentir que todo lo importante estaba ahí, ante ella, con su delicadeza salvaje, con la voz del Amazonas transformada en un eco que se grababa en su piel para siempre. Porque todo lo que damos, vuelve. Y porque la voz del Amazonas irá, para siempre, con ella. Anekke Asturias